Hoy mi país es un despelote, tiene todas las bellezas que Dios puede poner sobre la tierra: gran extensión, ríos, montañas, lagos, tierras fértiles, yacimientos de petróleo, litio, además sus tierras mayormente fértiles pero todo esto parece no servir.
Es lamentable ver un país con abundantes recursos naturales y bellezas, pero que enfrenta graves problemas económicos, sociales y políticos. El escenario actual muestra una situación desesperadamente compleja y desafiante para el país y su población.
La inflación del 120% anual es extremadamente alta y afecta gravemente el poder adquisitivo de la población. La inseguridad ciudadana, la falta de educación de calidad y la alta tasa de pobreza son problemas que socavan la estabilidad y el desarrollo del país.
La elección de un nuevo presidente y autoridades es una oportunidad crucial para que el país pueda encontrar soluciones a sus problemas y tomar un camino hacia el progreso. Sin embargo, es preocupante que los partidos políticos se enfoquen más en la competencia interna desprestigiándose entre sí en lugar de buscar consensos, dejando de lado apetencias personales y unidos presentar propuestas serias y concretas para abordar los desafíos que enfrenta la nación.
En una situación como esta, es esencial que los líderes políticos y los ciudadanos trabajen juntos en un enfoque de colaboración y unidad para superar las dificultades. Es necesario que se priorice el bienestar de la población y el desarrollo sostenible del país por encima de intereses personales o partidistas.
La transparencia, la rendición de cuentas y el compromiso con el servicio público deben ser principios fundamentales en el liderazgo político. Los recursos naturales y la riqueza del país deben ser gestionados de manera responsable y equitativa para el beneficio de toda la población.
Asimismo, es importante que se fomente una cultura de debate constructivo y que se promueva el desarrollo de políticas públicas basadas en evidencia y en el bienestar colectivo. La participación activa de la ciudadanía en el proceso democrático también es esencial para lograr un país más justo y próspero.
En última instancia, la salvación y el desarrollo del país deben estar por encima de cualquier interés individual o partidista. Todos los actores políticos deben recordar que su principal responsabilidad es trabajar por el bienestar y el futuro de la nación y su gente.
Esto parece el deseo de un viejo loco, porque sé, bien que sé que este país está infectado por un virus -del que no existe vacuna- llamado corrupción al que todos dicen que hay que combatir pero que se ha afirmado en todos los sectores a un punto de haberse naturalizado en la conciencia de todos.
El roban pero hacen, es un estribillo conocido dando por entendido que en elecciones hay que elegir el mal menor en vez de buscar la excelencia.
Toleramos los pequeños hechos sin darnos cuenta que esos pequeños delitos casi insignificantes son a su vez quizás el primer escalón de una escalera sin fin de delitos.
Hay delito pero no hay pena y por lo tanto no hay cura.
¿Despertarán hoy nuestros políticos? es la pregunta que me hago y sinceramente no lo creo. Desde mi vista los veo con mucho ego y también mas interesados afianzarse personalmente para lograr un puesto, o mantenerlo, que en buscar las soluciones que el país necesita.
A mi edad han logrado confundirme lo que no es poco sembrándome la duda si concurrir o no a votar.
¿Vale la pena cambiar para no cambiar nada?
No sé la respuesta, ¿Y ustedes?
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